Mi nombre es Mar Martínez.
Cuando tenía 39 años, en otoño de 1999, tuve un vislumbre, una experiencia espiritual importante, que cambió mi vida por completo. Este cambio fue interior. En lo exterior seguí igual que siempre.
Me sentía muy feliz y tenía el deseo de compartir con los demás eso de lo que me había dado cuenta para que dejaran de sufrir, pero nadie me entendía.
Observando, pude ver que estaban condicionados por una gran cadena de errores de causas y efectos, hipnotizados por una maraña impenetrable de creencias que les hacía verse como malos o erróneos y les impedía darse cuenta de que somos el amor mismo.
Permanecí en un estado de felicidad y asombro durante varios años. Durante los cuales de vez en cuando le daba vueltas a la manera de comunicar a los demás la buena nueva.
Seguía siendo muy tímida, pero no me importaba, era muy feliz.